Posicionamientos evangélicos conservadores, en medio del Estallido Social en Chile del 18-O.


Lectura de la coyuntura y posicionamiento de líderes evangélicos conservadores y conciliadores.

[Escrito redactado el 18 de febrero de 2020]

Tras el 18 de octubre del 2019, en nuestro país se irrumpió con lo que se ha denominado Estallido social o Revuelta Popular, la cual manifiesta el descontento ciudadano ante el colapso de un modelo económico que mantiene en condiciones de suma explotación a la clase trabajadora. Esto en sus diversas aristas, como la precarización laboral, los bajos sueldos, un sistema de salud precario y mercantilizado,  un sistema de educación segregador, un sistema de previsión social que mata a nuestros jubilados y jubiladas lentamente con pensiones de miseria, la devoración por parte de privados de los recursos naturales y básicos para la subsistencia humana (como el agua), la explotación patriarcal sobre la mujer y la abismante desigualdad y brecha social existente, etc. Todo ello salvaguardado desde el plano jurídico a través de la Constitución creada en dictadura en el año 1980 por la comisión Ortúzar en el régimen de Augusto Pinochet. Constitución que, si bien ha recibido "parches", sigue salvaguardando el modelo económico neoliberal impuesto por los Chicago Boys, y que, a través del principio de Estado subsidiario, sigue entregando la iniciativa económica al sector privado y, por ende, convirtiendo los derechos sociales en un bien de consumo al alcance de quienes tengan el poder adquisitivo para comprarlos o que se esclavicen a créditos usureros para acceder a ellos.
En medio de esta coyuntura, algunas iglesias conservadoras a través de la representación de sus líderes pastores/as han sostenido una postura silente, reaccionaria y clientelista a la derecha política en medio de la crisis actual.

Silente: Porque en medio de las manifestaciones por las reivindicaciones justas demandadas por la ciudadanía, el gobierno empresarial de Sebastián Piñera ha respondido con cruenta represión a quienes luchan por su emancipación, llevándose a cabo graves violaciones a los derechos humanos; una treintena de muertos, miles de heridos, cientos de mutilados (ojos perdidos) e incluso acusaciones de abuso sexual por parte de agentes del Estado. Ante tales eventos, no se ha apreciado a ningún conglomerado del sector conservador que sea enfático ante lo que desde el plano evangélico debería ser central: la dignidad y salud de la vida humana (Mc 3,1-6). Antes bien, parece extenderse (movidos en parte por la influencia de los medios de comunicación masivos) una condena a la protesta social, criminalizándola y subvirtiendo el orden de prioridades, pues se lamenta más lo material (un edificio/local) que la vida y dignidad misma del ser humano, o se intentan sostener posturas conciliatorias que desvían la mirada a "las formas" antes que "al fondo". 
Cuando  la dignidad humana es el centro y lo más primordial, no caben peros que intenten desviar la atención de lo que realmente importa.

Reaccionaria: Desde el momento en que las manifestaciones y la represión se recrudecían, se buscaba por medio de la oración volver al orden establecido anteriormente, esto lo pudimos observar en las convocatorias de grupos evangélicos a orar en las plazas de las ciudades, pasando por alto toda búsqueda de justicia ante los atropellos humanos cometidos por el gobierno. Lo que se pedía en tales oraciones era la “paz”, entendida esta como la ausencia de conflicto, y en la práctica, como un mantenimiento del statu quo. Todo ello en contradicción absoluta al mensaje evangélico de Jesús que establece que la verdadera paz (shalom-bienestar pleno e integral) es el resultado y fruto de la justicia primeramente (Is 32,17 / Mt 5,6.9), y que cuando no hay justicia social todo culto a Dios es abominación (Is 1,10-20/ Am 5,21-24).

Clientelista: Esto refleja lo que ya se venía arrastrando desde hace bastante tiempo, en un nivel generalizado del sector conservador del mundo evangélico: una servil postura política afín a la derecha y acomodada al orden establecido. Esto manifestado en el apoyo a la denominada y cuestionada 'bancada evangélica' compuesta por Eduardo Durán, Leónidas Romero y Francesca Muñoz especialmente, todos ellos pertenecientes al partido de derecha de Renovación Nacional (RN). Además de abiertos apoyos en algunos casos (en el período presidencial pasado) a José Antonio Kast y Sebastián Piñera posteriormente. En ello se ha usado de púlpitos, cultos abiertos y reuniones eclesiales para promocionar o promover el voto del laicado evangélico a ese sector político que históricamente ha servido a los intereses de la élite privilegiada, usando las viles armas de la mentira y la manipulación de conciencias.

Primeras acotaciones

Ante este análisis de la postura general de un amplio sector conservador reflejado en sus líderes, se ha manifestado una clara inclinación a votar por el rechazo a la Nueva Constitución por parte de este conglomerado. Esto en base a propagandas del miedo y no en base a una argumentación con sustento para tomar tal opción. Se dejan entrever los nexos con la derecha y el clientelismo al cual se han prestado los pastores a través de la influencia que ejerce la derecha ideológica en los concilios y consejos de pastores del país. Se han prestado a cometer los otrora errores del pasado, pues bien dice una frase que “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Así como en 1974  a través del miedo y la mentira se dio la famosa Declaración de la iglesia evangélica de Chile [1] (Portalazo) donde se legitimaba al régimen dictatorial de Augusto Pinochet y se desmentían las violaciones a los derechos humanos, así como el Pastor Javier Vásquez en 1988 en el Tedeum evangélico instaba a votar por el “Si” en el plebiscito, buscando perpetuar en el poder al dictador, así nuevamente los líderes evangélicos conservadores se prestan al vil y sucio juego de la propaganda del miedo para ir en contra de las demandas de la ciudadanía consciente que busca su liberación de un modelo que hurta, mata y destruye
En vista de ello, cabe tomar lineamientos estratégicos que permitan disputar el “sentido común” en los espacios evangélicos. Esto se hace difícil debido a las posturas autoritarias de los líderes y la normalización de tal percepción por parte del laicado de las iglesias, y por 'autoritaria', me refiero al poco o nulo espacio para el diálogo para abordar temas contingentes desde el punto de vista reflexivo y crítico, pues aún se arrastra la nociva visión de aceptar la voz del líder sin análisis crítico y autonomía de pensamiento (visión de 'patronazgo' como decía Christian Lalive d'Epinay en el Refugio de las Masas [2]).  Sin embargo, desatender la disputa de ello, significaría entregar en bandeja tal sector a la derecha política de cara al proceso constituyente, no sólo en el plebiscito de entrada, sino también en el proceso mismo de elaboración de la carta magna y en el futuro plebiscito de salida. Por lo tanto, se hace necesario avizorar los espacios internos de las iglesia locales y los espacios zonales y nacionales, para allí impulsar una postura que abogue desde el laicado por una nueva constitución, que supere la noción de Estado subsidiario por un Estado garante de derechos sociales, y que permita cambiar la correlación de fuerzas en pos de la superación del modelo económico, político y social neoliberal, encaminándonos juntos y juntas hacia un proyecto con horizonte socialista, feminista y libertario

Este será el deber de todo cristiano y cristiana consciente que busque seguir fielmente las huellas del Nazareno y su proyecto de Reino, que desde la fe asuma un compromiso histórico por los oprimidos, siguiendo los pasos aquel que hizo su opción por los pobres y parias para buscar su liberación y salvación social, material y espiritual.
En cuanto a quienes se han prestado para mantener el orden y poder de aquellos que oprimen y explotan , y con ello, han traicionado a la clase obrera y al mismo Cristo que se identifica con ella...
¡El Señor de la historia les juzgará!



[1] Mansilla & Orellana.(2018). Evangélicos y política en Chile:1960-1990, pp.71-109. Ril editores.
[2] Lalive, d' Epinay. (1968). El Refugio de las masas: estudio sociológico del protestantismo chileno.

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